Los almonteños perpetuan una tradición ancestral

27 junio 2023

Hizo un calor infernal. Sin embargo, mereció la pena. Se vio todo un espectáculo. Genuino e inusual. Una tradición ancestral que data de 1504. Las yeguas salvajes que pastorean en Doñana son traídas por los yegüerizos en dos duras jornadas a caballo hasta el Rocío y después hasta Almonte.

Cada año son más los curiosos que se agolpan frente a la Ermita para ver la entrada de las yeguas salvajes con sus potrillos y los caballistas que las conducen. «Esto es una invasión», llegó a decir uno de los almonteños. Ese es el costoso precio a pagar por un atractivo turístico único que, sin embargo, deja un gran beneficio económico en la zona.

Una afluencia de gente tan descomunal que por seguridad tiene que ser regulada. De ahí las gradas para que las personas puedan verlo desde sus asientos. Algo que hace que pierda parte de su encanto natural.

Las mejores imágenes se vieron antes. Justo al amanecer. Estampas preciosas de las yeguas amamantando a sus crías en una parada en el coto de Doñana o refrescándose en un arroyo después de pasar el puente del Ajolí. De película es también la fotografía de una nube de polvo que deja la piara de yeguas a su paso. Y la estampa ruda de los almonteños a caballo.

Casi todos hombres. Muy pocas mujeres se abren todavía paso en esta tradición en la que se duerme al raso y se monta durante muchas horas, al igual que en el Camino del Rocío. Por contra, aquí sí que se ven numerosas amazonas.

Frente a la Ermita del Rocío, un paisaje idílico. Una bandada de flamencos reposa plácidamente en el humedal de Doñana ajena al acontecimiento que se sucede.

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