Roca Rey, Fortes y Manzanares ponen el broche de oro

Por Damián Bernal

17 agosto 2023

Fue un final maravilloso. El mandón del toreo contemporáneo, Andrés Roca Rey, salió en volandas por la puerta grande de La Malagueta rodeado de un sinfín de niños y de jóvenes. El gran servicio que la máxima figura del momento le está prestando a la Fiesta es el de mostrarse como un imán para atraer al nuevo público a los ruedos… Y ojalá sean espectadores que hayan llegado para quedarse. En su reaparición en La Malagueta, después de su reciente cogida en un gemelo en El Puerto de Santa María, se entretuvo, para empezar, en colocar el cartel de ‘No hay billetes’ tres días antes de la celebración de la corrida. Unos 9.100 espectadores abarrotaron los tendidos del coso del Paseo de Reding en uno de los grandes acontecimientos de la feria malagueña en general. Ese es un hecho objetivo incontestable. Los toros interesan y mucho. Al diestro peruano hay que agradecerle que sea el auténtico motor que aviva a las masas y que saca a este espectáculo único del gueto al que está siendo relegado en tiempos muy difíciles. Solo queda darle las gracias y desearle larga vida a la tauromaquia.

Elegir Málaga para retomar la temporada no es algo casual. Roca Rey es el  nuevo consentido de esta afición tan ‘torerista’. En el preámbulo recibió, en el mismo ruedo, los trofeos ‘Capote de Paseo’ del ayuntamiento y ‘Estoque de Plata’ de la Diputación, como autor de la mejor faena y máximo triunfador de la pasada feria, gracias a la soberbia faena a un gran toro de Daniel Ruiz, que también fue distinguido. Y para la ocasión se repitió a la ganadería albaceteña, que echó un encierro desigual en todos los registros pero que, a la postre, sirvió para que la terna, completada por Manzanares y Fortes, se repartiera hasta siete orejas. Lástima que estos últimos se quedaron por el camino hacia la gloria de la salida en volandas y no se plasmó una fotografía final para los anales de la historia de La Malagueta.

Para calentar motores, Roca Rey se puso a torear de inmediato en los medios a su primero, un toro insulso, en un primer tramo de faena que no remontó y en la que hubo más enganchones de los esperados. De nuevo quedó clara su arrolladora capacidad para imponerse a sus oponentes y, tras unas celebradas manoletinas finales, una estocada algo caída le valió para cortar su primera oreja. El que cerró la noche mostró desde su salida que iba a ser un gran toro. Lo cantó en sus embestidas largas y humilladas al capote del limeño. Apenas lo picó para no restarle un ápice de posibilidades en el último tercio. Comenzó el trasteo con la montera calada, algo inusual en él, aunque pronto se desprendió de ella. El toreo fundamental no fue de altos vuelos, pese a la ligazón y el mando de las series. Pero cuando encendió la traca final, el éxtasis estalló en los tendidos ante la interminable sucesión de circulares con los pitones cada vez más cerca de la taleguilla. En las cercanías es imbatible. Su valor, capacidad y dominio de la situación volvieron a cautivar a un público jubiloso que se le entregó de manera incondicional. Una gran estocada (las figuras no suelen fallar en los momentos determinantes) le llevaron las dos orejas a sus manos, después de sonar un aviso.

¡Cómo estuvo Fortes y qué pena de puerta grande que se le fue por el desagüe! Él, muy necesitado, sí pinchó a otro excelente ejemplar de Daniel Ruiz. El malagueño ofreció una gran dimensión y marcó las diferencias en el toreo más auténtico. Firme, seguro y clarividente, cuajó a un animal que se empleó con prontitud en los cites, tras comenzar la faena con un pase cambiado en los medios. Dejó una serie en redondo para enmarcar, enroscándose las embestidas con el máximo ajuste y toreando siempre muy despacio. La lentitud, bendita sea, caracterizó una faena de altos vuelos que desató los primeros gritos de “¡¡torero, torero!!” de las gargantas de sus paisanos. El borrón con el acero redujo el premio a un apéndice que le cerró, de par en par, la ansiada puerta. En este toro saludaron en banderillas Raúl Jiménez y Gómez Pascual.

Fortes ya había mostrado sus credenciales en el segundo, un cinqueño mansito de salida. Se lo brindó a nuestro compañero del Carrusel Taurino de Canal Sur Radio Juan Ramón Romero. En las afueras logró sacar todo lo que tenía el toro con muletazos de mérito, también despacio, antes de circulares con gran exposición. Lo mató muy bien. Además, con el capote también brilló sobremanera en su lote y en los quites.

El escuálido que abrió la esperada tarde se tapó con una arboladura propia de los toros que se corren por las calles. Es decir, un toro horrible para una plaza como Málaga. Manzanares lo lanceó con corrección antes de realizar una faena de escaso relieve acogida con cierta indiferencia. Lo mejor, una vez más, la espada. La estocada que le recetó, por arriba en un soberbio volapié, fue espectacular y tiró al animal patas arriba al momento. Solo eso, que no es poco, le valió un trofeo que se pidió con fuerza. Se superó ante el noble cuarto, que le brindó claras posibilidades de triunfo. La faena, entonada, fue a más y caló entre el público por la ligazón, sobre ambas manos, y la prestancia de su toreo estético y elegante.

MORANTE OBRA EL MILAGRO DE SANTANA CLAROS

“Los milagros a veces existen en el toreo”. La frase es de Antonio Santana Claros. Más de una década después de debutar con picadores en Algeciras llegó su momento, el más deseado: Convertirse en matador de toros. Las circunstancias (empezando por la baja obligada de Cayetano) permitieron que en el día más taurino del año, el de la Asunción de la Virgen, ese sueño se hiciese realidad. Tirando de tópico, unos se anuncian y otros las torean. Y así quedó un cartel de corte artista de auténtico relumbrón con Morante de la Puebla, de padrino; y Juan Ortega, como testigo; con toros de Juan Pedro Domecq y tendidos casi llenos. Más no podía pedir el novel espada… Bueno, sí, que su lote embistiese para exhibir ante sus paisanos el toreo de clase y elegancia que atesora.

En una pancarta colocada en las andanadas de Sol se podía leer: ‘Fuengirola tiene otro torero: Santana Claros’. La tierra con más profesionales de la provincia, a la estela de los fenómenos Miguel Márquez y Antonio José Galán, sumaba un nuevo matador de toros para la causa, con todos los honores, pasadas las ocho menos cuarto de la tarde. Seguro que en el viaje exprés desde México, donde se despidió del escalafón menor el sábado, a este niño de afición desmedida desde que tuvo uso de razón, se le pasaron un sinfín de recuerdos por su mente. Toda una montaña rusa de sensaciones en una carrera marcada por triunfos, fracasos, parones, continuidad o lesiones. Sin pensar jamás, pese a los sinsabores, en arrojar la toalla y luchar por su vocación de torero de arte hasta el final.

Emotivo el parlamento de Morante en la cesión de los chismes. Sin duda, el sevillano ha sido gran artífice de que llegase esta ceremonia para Santana, al que ha hecho feliz y eso, siempre, reconforta a la gente de buena voluntad. ‘Samurai’, de pelo negro, marcado con el número 203 y 526 kilos de peso fue el toro elegido tras el sorteo para la ocasión. El toricantano, con un terno muy usado nazareno y oro porque no tenía uno de estreno, dio un primer golpe de efecto toreando de maravilla a la verónica. Con gusto, con temple y meciendo el capote con elegancia, tras echar los vuelos y con la barbilla encajada en el pecho. De esa guisa también se superaría en el que cerró plaza. Algunos lances pararon el reloj de la plaza. No es una exageración, con permiso de Morante, decir que, tal vez, el mejor toreo de capa de la feria ha llevado la firma del fuengiroleño.

Brindó el primer toro de su vida a su familia, sufridores en la sombra, entre ellos su tío, el también torero fuengiroleño Curro Claros. El ‘juampedro’ fue el ideal para un gran triunfo. Un ejemplar bravo y repetidor, pero sin exigencias insalvables. De esos que no te iban a descubrir pero al que había que hacerle las cosas muy bien. Los naturales, sobre todo, tuvieron largura y, cuando acertó a bajar mucho la mano, que es lo que se requería, aquello crujió. Las series cortas y algunas intermitencias impidieron culminar a lo grande una faena dibujada con sumo gusto y exquisitez. Después de media estocada tendida paseó una oreja. El otro, manso y reservón, fue picado de más y se le rebrincó en el tercio final. Aun así, lo intentó en los medios. Ligó dos redondos que fueron una especie de espejismo en la serie más lograda, pero no hubo continuidad. Dio una vuelta al ruedo. Pese a todo lo que ha rodeado esta bella historia, Santana Claros se ha hecho matador de toros de una manera muy digna.

… Y Morante. ¡Siempre Morante! Madre mía qué borrachera de toreo bueno en el cuarto. Para empezar, lío con el capote a la verónica. Pero es que el comienzo de faena con pases por alto sentado en el estribo, para seguir de pie hasta sacárselo al tercio con empaque y torería fue una obra maestra de las que quedan para el recuerdo. La gente se volvió loca. También se prodigó en brillantes series al natural y en redondo hasta que el toro fue a menos. El fallo con los aceros redujo el premio a una clamorosa vuelta al ruedo. ¡Por fin se reconciliaron Morante y La Malagueta! No podía ser de otra manera.

Lo mejor en el segundo, un zambombo de 593 kilos, fue el saludo en banderillas de ese pedazo de torero de Huelin que es Juan José Trujillo. Morante estuvo más tiempo del esperado en la cara de un toro que solo le sirvió para mostrar voluntad.

Juan Ortega, el gran triunfador de la última Corrida Picassiana, se estrelló ante uno deslucido , sumamente incómodo, y otro chico y malo. Los artistas, ante ese panorama, abrevian. Y eso fue lo que hizo el de Triana.

EMILIO DE JUSTO CAE DE PIE EN LA MALAGUETA

Cartel de toreros extremeños para la cuarta de abono ante una amplia y desigual corrida de Garcigrande y dos (tercero y cuarto) de Domingo Hernández, que tuvo un fondo de nobleza apagada en líneas generales.

Emilio de Justo es uno de los toreros punteros del escalafón. De esos que han aguantado años y años en el banquillo pero que, por fortuna para él y para los buenos aficionados, ha podido cambiar la moneda a tiempo. Es un diestro admirado y querido porque, cuando su carrera por fin estaba rodando, se tuvo que sobreponer a un gravísimo percance en Madrid al comienzo de la pasada temporada. Y así, entre unas cosas y otras, debutó en La Malagueta 16 años después de tomar su alternativa. Nunca es tarde… Las tres orejas logradas en su lote le permitieron abrir la puerta grande ‘Manolo Segura’. Fue en el quinto, al que desorejó por partida doble, en el que dio su verdadera dimensión de torero importante. Tal vez fue el único que apostó por un toro sin entrega de Garcigrande, al que planteó una faena impecable y bien estructurada de principio a fin. Poderoso, técnico y dominador de la situación consiguió que el ejemplar rompiera, para torear a placer en un celebrado cierre al natural, sobre la mano derecha, que caló en los tendidos. La buena estocada le aseguró el gran triunfo. Sonó un aviso por el largo metraje de la faena, forjada a fuego lento para su final feliz.

Al segundo, alto y largo, le dibujó dos excelentes medias en el saludo con el capote. El trasteo, en el que llegó a recibir un puntazo que le rompió la taleguilla, porque el noble animal se tropezó con él; fue siempre a más con los mejores pasajes en las series finales al natural. Tocó pelo tras una estocada desprendida. Emilio de Justo ha caído de pie en Málaga, algo que celebramos de manera especial porque es exponente del toreo clásico, capaz de poderle a todo tipo de toros. ¡Bienvenido!

Ginés Marín cortó una oreja a su primero, en el que mostró su buen momento ante un toro que no rompió. Con el animal agarrado al piso y pese a arrancar algún muletazo gracias al temple que atesora, optó por meterse entre los pitones para que la fría faena explotara en cierto modo. Mató de excelente estocada a la primera y eso, también en Málaga, tiene premio seguro. El último, de 611 kilos, no pudo tirar de su volumen. Marín fue silenciado tras un infructuoso intento de lucimiento que resultó imposible.

Abrió plaza Miguel Ángel Perera, que se fue de vacío. Su primero, rajado de salida, no sirvió para el triunfo. Estuvo por encima con firmeza y oficio. Lo más lucido de su actuación fueron los pases cambiados en los medios al cuarto de la tarde-noche. Poco más por el escaso juego de un manso con deseo de huida que jamás se empleó. A este le puso un gran par de banderillas Curro Javier. Se la jugó asomándose al balcón con riesgo. También saludaron Vicente Herrera y Antonio Manuel Punta.

COGIDA DE DAVID DE MIRANDA Y ALTERNATIVA DE LAVADO

En este mes de agosto estamos asistiendo en los ruedos de la piel de toro a una especie de reedición del verano sangriento que reflejó Ernest Hemingway en su histórico ensayo. Son muchos los toreros caídos y, algunos, de mucha gravedad. Uno de ellos en Málaga. Fue David de Miranda quien, fiel a su personal toreo vertical y de cercanías, trata de recuperar el tiempo que le han hecho perder después de triunfar justo antes del parón por la pandemia. Llegaba en dulce momento después de su doble gran triunfo en las Colombinas de su Huelva. Brilló con capote y muleta en el único que estoqueó con muletazos templados de buen trazo. Resultó cogido en el muslo y el gluteo izquerdos en plena acción, pero volvió a la cara para arrimarse antes de entrar en la enfermería para no volver a salir. El fallo con los aceros le impidió tocar pelo.

A todo esto, la mansada infumable de Pallarés fue la peor compañera de viaje para el día más señalado en la vida torera de José Antonio Lavado. El diestro de Benamocarra, de purísima y oro, tomó la alternativa de manos de José Garrido. ‘Artillero’ se llamó el toro de la ceremonia. Un cárdeno de 520 kilos marcadao con el número 90. Se lo brindó a su padre, que tanto se sacrificó para llevarlo puntualmente, desde que era un niño, a la escuela taurina, para cumplir el sueño de ser algún día matador de toros. Sus paisanos también lo arroparon de manera masiva desde los tendidos. Lavado fue todo voluntad en su lote, dejó muestras de que su carrera ha tenido una evolución positiva hasta llegar a este momento, pero, por desgracia, lo que no puede ser, no puede ser, y, además, es imposible.

José Garrido cortó la única oreja. Todo un oasis en el desierto. Fue al segundo, tal vez el menos malo, con el que se lució con el capote y extrajo interesantes pasajes sobre la diestra, hasta que el animal echó el cierre. La buena estocada hizo el resto. Mató dos toros más, sin pena ni gloria, por el percance de De Miranda. Javier Valdeoro saludó en banderillas.

CARTAGENA Y GUILLERMO HERMOSO, A HOMBROS EN LOS REJONES

En la corrida de rejones se abrió por primera vez la puerta grande en el ciclo. Fue por partida doble y la atravesaron a hombros Andy Cartagena, en su regreso a La Malagueta, y Guillermo Hermoso de Mendoza. No les pudo acompañar el rejoneador de la tierra Ferrer Martín, que paseó un trofeo. Se lidiaron, en tres y tres, reses de Benítez Cubero y Pallarés, mansos, aunque manejables.

Cartagena triunfó gracias a la espectacularidad en el cuarto. La raza que le faltó a su oponente, se le puso el alicantino que toreó a caballo con entusiasmo y excesivos alardes. Estilo contrapuesto es el de Hermoso, que bebe del clasicismo de su padre, Pablo, uno de los jinetes para la historia. Paseó tres apéndices. Dos del quinto, en el que se superó en una faena templada y a más con piruetas en la cara, un par a dos manos y el colofón de un rejonazo final fulminante.

El veleño Ferrer Martín, triunfador en 2022, lo dio todo, como siempre. El que cerró plaza fue el que tuvo las embestidas más claras de todo el encierro. Con los paisanos a favor de obra, el fallo con el rejón de muerte le impidió acompañar a sus compañeros en el triunfo.

JORGE MOLINA DESTACA EN LA NOVILLADA

En la novillada picada del abono se corrió un encierro de Condessa de Sobral de escasa presentación, manso y justo de fuerzas en conjunto. Ante ese material destacó el buen hacer del toledano Jorge Molina, que convenció al público presente por su soltura y extraordinario oficio. Un chaval muy preparado, sin duda, para afrontar metas mayores. Toreo exquisito en uno pero, lo más importante, la firmeza ante el difícil quinto.

Cortó una oreja al igual que Fuentes Bocanegra, acartelado como triunfador del Certamen Internacional de Escuelas Taurinas, y que debutó con los del castoreño en este festejo. Gustó su exquisitez ante el sexto, el único animal potable. Por delante, el fuengiroleño Curro Márquez. No pudo ser ante un lote con el que anduvo a disgusto. Por ahí se fueron todas las ilusiones ante sus paisanos.

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