Juan Ortega para el tiempo en memoria de Picasso

Por Damián Bernal

A Pablo Ruiz Picasso le habría encantado estar presente en los tendidos de La Malagueta. Los mismos que empezó a frecuentar siendo niño y donde probó el maravilloso veneno de la tauromaquia. El arte que inmortalizó eternamente ya como universal pintor, convertido como el mejor embajador del toreo por todos los rincones del planeta. Impagable y siempre necesaria, más en los tiempos que corren, la aportación del genio en la defensa del espectáculo más auténtico del mundo. Málaga, agradecida, siempre lo tiene presente y qué mejor regalo para conmemorar el 50 aniversario de su muerte en Mougins (Francia), un 8 de abril, que recuperar la Picassiana, la corrida creada en su honor, en el Sábado de Gloria. El público respondió con agrado a la propuesta de la empresa Lances del Futuro y casi llenó los tendidos… Otra gran noticia. 

Una plaza engalanada de lujo para la ocasión, con escenas taurinas pictóricas en las tablas, y que contó con el aditamento musical de excepción de la Orquesta Sinfónica de Málaga. El festejo siempre fue a más y tuvo como máximo triunfador a Juan Ortega, que salió a hombros por la puerta grande. Sus compañeros Cayetano y Pablo Aguado cortaron sendas orejas a un encierro con altibajos de Álvaro Núñez.

La gran virtud de Juan Ortega es que torea muy despacio, algo que impacta en los aficionados, que rugen y saltan de sus asientos como un resorte, cuando consigue parar el tiempo con sus muñecas. Lo hizo a la salida de ‘Lanudo’, de pelo melocotón, con unas verónicas y una media colosales. Y también en una faena de muleta cargada de pureza, temple y torería. Un toro brindado a José María de Luna, el director de la Casa Natal de Picasso, que abrió las puertas del museo de par en par para que el sevillano se vistiese allí y marchase caminando al coso desde la Plaza de la Merced, en estampa añeja. Una obra medida en la que también supo llenar la escena con esa manera tan propia de andar por la plaza. Comenzó el trasteo con unos pases por alto hasta los medios y sublime toreo al natural para cuajar una obra auténtica y muy pinturera que abrochó con una estocada hasta la empuñadura. En esta ocasión, la Sinfónica optó por acompañar la excelsa representación con la marcha procesional ‘María Santísima del Amparo’, un regalo extra para una perfecta simbiosis entre la Pascua de Resurrección y el toreo. Gran colaborador fue el ejemplar de Álvaro Núñez, que pareció haberse lastimado en los primeros tercios, pero que se vino arriba mostrando la calidad apuntada por sus buenas hechuras. 

Por si fuera poco, ya nos dejó su tarjeta de presentación en un precioso quite por chicuelinas al primero y una trincherilla de ensueño o un cambio de manos en el prólogo de una primera faena que no pasó a mayores por las condiciones de una res rebrincada.

CAYETANO, COLOR Y CADILLAC

Cayetano fue el triunfador de la performance previa a la verdad en el ruedo. Se tomó muy en serio la parafernalia e implicó a artistas contemporáneos para romper barreras con las que sacar al toreo de 2023 de su gueto mediático. Eso es de agradecer. Entre ellos, el diseñador Domingo Zapata, que le confeccionó en Nueva York un vestido multicolor de indescriptible definición. A él le brindó el cuarto de la tarde. El hijo de Paquirri y nieto de Antonio Ordóñez acudió a la cita en un Cadillac igual que el que disfrutó Picasso en la plenitud de su carrera. Muy castigado en varas el jabonero que abrió plaza, aún así le regaló una quincena de buenas arrancadas que el torero ‘rondeño’ no supo aprovechar. Más entonado en el otro, se gustó en un templado toreo con la zurda en el comienzo de una faena en la que optó por el efectismo cerca de los pitones y desplantes, ya descalzado, para animar el cotarro entre el pueblo. Aquí tiró de raza. 

EL ESFUERZO DE PABLO AGUADO

La tarde de Pablo Aguado fue de puro compromiso. El escalafón está que arde y este año hay que apretar. Y con esa actitud hay que salir siempre a una plaza de Primera como La Malagueta. Fue complicado el tercero, muy difícil de meter en la muleta, pero Aguado apostó con firmeza. Ganó el pulso con dos meritorias series finales sobre la diestra, de esas que seguro le permitieron dormir con la conciencia tranquila. No pudo repetir en el que cerró plaza, pese a sus intentos, porque la sosería del marmolillo apenas dio para algo. Pena de ‘Suspiros de España’, el histórico himno oficioso con el que la Sinfónica cortó sus máximos trofeos.

Casi tres horas después, Juan Ortega fue sacado a hombros por la puerta grande ‘Manolo Segura’ rodeado de mucha gente joven… Esta vez sí, será una de las sensaciones de la temporada. 

FICHA DEL FESTEJO

Lugar: Plaza de toros de La Malagueta. Primera categoría. Más de tres cuartos de entrada (sobre un aforo de 9.000 localidades), en tarde agradable, aunque fresca.

Ganadería: Seis toros de Álvaro Núñez, de distinta lámina, pelaje y condición. Pesos: 519, 545, 577, 532, 580 y 516 kilos. 

Terna: Cayetano (vestido multicolor): Silencio tras aviso y oreja con petición. 

Juan Ortega (de sangre de toro y oro): Gran ovación tras leve petición y dos orejas.

Pablo Aguado (de catafalco y plata): Oreja tras aviso y silencio. 

Incidencias: Corrida Picassiana que abre temporada en La Malagueta. La plaza fue decorada para la ocasión y actuó la Orquesta Sinfónica de Málaga. El festejo empezó con 5 minutos de retraso, porque el reloj de la plaza está atrasado.

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