El Calima – Premio Peña Caballista 2011
Su nombre es Lázaro Fernández Oñate pero todos le conocen como “El Calima”, apodo que heredó de su padre y cuyo origen está en el fenómeno meteorológico consistente en la presencia en la atsmófera de partículas muy pequeñas de vapor de agua procedentes del mar o, lo que es lo mismo, la brisa marina.
Lázaro Fernández nació en 1946 y fue el menor de cinco hermanos Pepe, Paca, Felipe (que falta), Antonia y él. Pronto dejó los estudios y se colocó en el Garaje Andalucía, de la familia Fernández Sáenz de Tejada, a trabajar a la edad de 12 años. Allí aprendió el oficio de mecánica hasta que decidió establecerse por su riesgo y cuenta, alquilando el Garaje San Cristóbal. Tras vender éste, el hostelero Mateo Pérez le cedió gratuitamente el sótano del Hotel Las Palmeras en los que permaneció ejerciendo la profesión a lo largo de 8 años hasta que logró comprar un solar en La Cañadas y construir su propio taller de mecánica “Talleres Lázaro”, en el que ha permanecido día tras día hasta cumplir los 60 años en los que se ha visto obligado a retirarse aquejado de la pérdida de visión de sus dos ojos, debido sobre todo a la soldadura de tantos años de oficio.
A la edad de 18 años, Antonio García en la cuadra “Molino de Viento” le dice: “Calima, ven, súbete en este caballo” y desde entonces hasta ahora, que tiene 66 años, no ha dejado de montar ni un solo día. Así fue montando en los caballos que sus amigos Luis Villalobos, Matías Fernández, Cristóbal Coronado o José Quesada le iban prestando hasta que adquirió un potro, hijo de Faraón (de la prestigiosa ganadería de Terry) y de una yegua del abogado Luis Cotrina.
Se llamaba “Escándalo” pero sus hijos lo bautizaron como “El Berruga” al tener éste una en el labio superior. “El Berruga”, al que nunca se le puso hierro, se convirtió en un semental famosísimo que ha llegado a realizar más de 500 cubriciones, según asegura su propietario, a amigos “por las que no he cobrado nunca nada”. Este precioso ejemplar tordo de Pura Raza Española ha sido portada de revistas y fotografiado una infinidad de veces. Vivió durante 27 años en los que regaló un sin fin de satisfacciones a quienes lo montaron y murió de viejo dejando a su dueño un vacío en el alma.
“El Calima”, que siempre le ha gustado hacer algún que otro trato, contrajo matrimonio con Mª Carmen hace ahora 40 años. El matrimonio, que tuvo tres hijos Paloma, Jorge y Rocío, ha permanecido junto, inquebrantable, pese a las entradas y salidas de un hombre que casi siempre estaba en la calle ganándose la vida. Ahora disfruta, salvo por algún que otro negocio que tiene entre manos, más de su mujer, sus hijos y sus cuatro nietos Alba, Lucía, Ana y Manuel. A lo largo de todos estos años “El Calima” ha vivido mil historias pero recuerda una, haciendo el Camino del Rocío, cuando a mitad del Río Guadalquivir el caballo se le soltó de la mano y se tiró al río nadando con la montura y la cabeza puesta hasta la otra orilla de Sánlucar de Barrameda, donde tuvo que ir de nuevo a recogerlo para cruzar otra vez en la barcaza.
La feria del año pasado acudió, engañado por su familia que le había dicho que le iban a dar un premio a su compadre Manuel González Alarcón, arropa do por su mujer, sus hijos y sus nietos para ver como siempre el Desfile Ecuestre cuando, de repente, pronunciaron su nombre, reclamándolo para hacerle entrega del Premio Peña Caballista 2011 que recibió “nervioso” y lleno de gratitud en medio de un fuerte aplauso que le brindó toda la afición allí congregada. Amigo de sus amigos, “El Calima” siempre se ha desvivido por aquel que lo ha necesitado y ha removido Roma con Santiago para dar cobijo a aquellos caballistas que venían de fuera Sevilla, Granada, Jaén y no tenían una cuadra donde dejar los caballos. “El Calima” es y todos lo saben un ser especial, lleno de carisma, alegría que contagia. Sin su presencia, la Feria de Fuengirola no sería la misma.
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