Fracasó «la canela en rama» en Jaén

Por Antonio Martín Delgado

13 de junio

El monstruo de Galapagar volvió a los ruedos, al coso de la Alameda en Jaén, después de tres años, para demostrar que los mitos también son mortales.

Había mucha expectación pues el diestro reaparecía tras el parón de la pandemia, causando un colapso en la actividad normal de la ciudad de Jaén, que colgó el completo en todos los hoteles y restaurantes de la zona desde antes de que salieran las entradas a la venta on-line, agotándose en menos de dos horas.

Los aledaños de la plaza estaban ambientados cuando aún faltaban un par de horas para entrar. La gente esperaba al diestro como si fuera un Dios al que ese día le tocaba realizar una proeza. Esta vez con una corrida modelo “low cost” que parece que quiere implantar el torero, ya que en las comparecencias que tiene anunciadas se enfrentará contra cuatro toros, no con seis como suele ser habitual en una encerrona. Para gustos… los colores. Y la gente tiene diferentes opiniones sobre este tipo de corridas. Aunque hay que decir que es un arma de doble filo ya que te quedas sin la opción de dos animales que podrían salvar un petardazo como fue el de ayer. De hecho, el respetable público animó al matador a regalar el sobrero pero éste declinó la propuesta.

La corrida fue un fracaso total por los animales y también por el matador, que se dejó en su habitación del hotel su versión más torera. Como dije antes, “faltó la canela en rama”, valga la redundancia, haciendo referencia a la polémica publicación que subió el maestro Talavante en la que aparecía con el galapagueño y que titulaba de esta forma: “Falta canela en rama, sobran desfiles…” dando a entender que las últimas temporadas, sin ellos dos toreando, no han valido lo mismo. Por lo que se ve, se cumplió el refrán: «Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, porque los dos protagonistas de la foto volvieron para decepcionar, tanto uno como otro.

La plaza estaba “hasta la bandera”. Calor sofocante de 42 grados en el cemento.  Había ganas de toros e irrumpió el paseíllo media hora más tarde debido al calor. El maestro recibió hasta dos fuertes ovaciones antes de la salida del astado.

 

El primero fue Burraco de la ganadería de Victoriano del Río, de nombre “Malicioso”. Un toro de bonitas hechuras que salió y terminó suelto. Intentó el maestro recibirlo a la verónica a pies juntos, pero no caló en el público por la ausencia de celo del animal. En las varas el toro entró en el caballo y recibió “un picotazo”. Las cosas por su nombre. A eso no se le podía llamar puyazo ya que el toro tuvo la misma fijeza en el caballo que con el capote, o sea, ninguna. Entró y salió del caballo como si de un ligero  trámite se tratase, y el maestro lo quiteó por chicuelinas. Comenzó la faena de muleta brindando al público y toreando con unos estatuarios rematando por abajo. El toro llegó a coger algo más de celo con unos muletazos cortos, pero siempre soso sin transmitir nada y le faltó “picante” a la faena. Pinchó y mató con una estocada entera que cayó caída, trasera y tendida. Descabelló cuatro veces. Escuchó silencio y pitos al toro.

Salió el segundo toro de la tarde. Un toro de pelaje negro perteneciente a la ganadería de Álvaro Núñez, llamado “Trampillo”, que fue pitado en su salida por su poco cuajo y presencia (no era un toro para una plaza de segunda categoría como es Jaén). Además, el toro cuando probaba el maestro a lancearlo siempre echaba las manos adelante y soltaba la cara, ya estaba anunciando como iba a ser su pelea. Se pica empujando al caballo después de un puyazo trasero. Inicia la faena de muleta por doblones, en este tercio se le vio al toro una virtud, y es que humillaba, esto hizo que no fuera tan notable los gañafones que pegaba cada vez que vaciaba el muletazo. El toro fue de más a menos, destacó una serie sobre la diestra en la que el torero deleitó con unos muletazos sin moverse del sitio. Pincha y mata de estocada baja trasera. Silencio y gran bronca al toro.

El tercero de la tarde, llamado “Pudoroso”, era de pelaje negro y estaba marcado con el hierro de la ganadería madrileña de Victoriano del Río. Toro con cuerpo y largo que metía la cara y ayudó a que José Tomás pudiera lancearlo a la verónica con la pata alante. Entró en varas y fue abroncado por el excesivo castigo que recibió el animal. Quiteó con gaoneras muy ceñidas que levantaron al público del asiento. Fue un toro que despertó ilusiones a los asistentes por la buena condición que demostró al principio, pero se apagó y quedó siendo un toro sin transmisión, no se le podían ligar los pases por su embestida recta y frenada. Fue una faena en la que se le tenían que pegar los pases de uno en uno y en la que el tiempo transcurría y el torero debía de volverse a colocar para pegarle otro. Se vio a un José Tomás incapaz de acoplarse a su embestida. Falta de preparación y solo consiguió unos pocos de enganchones. La faena transcurrió con gritos de aficionados que decían comentarios como: ¡Me aburro! o ¡Me siento estafado! Mató de estocada trasera. Toro arrastrado mientras sonaban pitos. Oreja que fue pedida por una minoría del público y que el maestro tuvo que soltar ante el rechazo de la gente.

Salió el cuarto toro y último de la tarde, toro negro llamado “Piripi” de la ganadería de Juan Pedro Domecq. Si había ya pocas o nulas expectativas con lo que quedaba de corrida, con este toro menos, porque como ya sabemos la ganadería lleva una racha de estrepitosos fracasos y nadie se podía esperar que fuera el mejor animal de la lidia. Pues sí, fue el toro que más sirvió en este fiasco de corrida. Se estiró el maestro con el capote recibiendo casi sin mover los brazos. En el caballo se le hizo una buena labor y el trabajo del picador fue reconocido por el público con el aplauso. El maestro aprovechó la inercia del animal, que fue repetidor y humillador pero con poca clase para desarrollarle una faena que empezó con la mano diestra. La cosa se animó con una serie al natural con el compás abierto con muletazos de longitud y hondura. El toro se vino a menos y ya solo se le pudo pegar unos muletazos sueltos. Finalizó la tarde con unos estatuarios por arriba que volvieron a calentar la faena. Mató de estocada trasera. Toro protestado. Oreja.

Fue una corrida inusual, con ausencia de susto que es lo que caracteriza el toreo de José Tomás y lo que le hace ser un mito. Esperemos que solo haya sido una mala tarde y podamos disfrutar de la leyenda viva el próximo día siete de agosto en la de Alicante, en la que se enfrentará a otros cuatro toros con su nuevo modelo de corrida “light” o “low cost”.

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